Hay un buen número de recién nacidos que tienen el frenillo de la lengua corto, limitando sus movimientos y haciendo más compleja la lactancia, deglución y, posteriormente, el habla. Según datos conocidos, el número de bebés que tienen este problema está entre un 4% y un 11%. Para solucionarlo, existe un procedimiento llamado frenotomía, con resultados muy positivos, pero los especialistas están dando la voz de alerta por las muchas intervenciones de este tipo que se están realizando de manera innecesaria.
Una de estas especialistas es la doctora Elena Gómez García, miembro de la Junta de la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial de Cabeza y Cuello (SECOMCYC). Según esta cirujana, “vemos que se está realizando, de forma generalizada, un sobrediagnóstico de la anquiloglosia como único factor causante de los problemas de lactancia”. Según la visión de Gómez García, se esta criminalizando el frenillo de la lengua cuando, en muchas ocasiones, no existe siquiera una estructura visible que sea responsable de la movilidad lingual. Por otra parte, la doctora sostiene que este problema es susceptible de mejora con el crecimiento de los bebés.
Quizás entonces, todo lo que indica esta doctora apunta a un sobrediagnóstico o diagnóstico incorrecto que están haciendo en este caso los asesores de lactancia. Por ello, se recomienda la valoración de un especialista en patología intraoral, antes de valorar la frenotomía. En caso de realizar la intervención, se recomienda practicarla en la edad neonatal para poder favorecer el proceso de lactancia. A partir del año o año y medio, “se recomienda, previa valoración de la limitación de la movilidad por restricción del frenillo lingual, realizar una cirugía más extensa, llamada frenectomía lingual, que ya incluye la sección de fibras más profundas”.
Aspectos a tener en cuenta en la intervención sobre el frenillo de la lengua
Una vez tomada la decisión, la citada especialista pide vigilar que no se produzcan problemas de sangrado, ya que pueden ser muy graves para un recién nacido. Un proceso correcto no debería de producir sangrado porque se secciona una membrana que no contiene vasos en su trayecto. «Sin embargo, las secciones en la zona inferior de la lengua que afectan a la zona vascularizada pueden lesionar los vasos que existen en esa localización, lo que puede poner en riesgo al bebé”, matiza la experta. En muchas ocasiones, lo deseable es realizar esta técnica quirúrgica mediante láser o sutura de la zona para evitar el sangrado. En estos casos, concluye la Dra. Elena Gómez García, “la indicación sería la prevención o el tratamiento de los problemas de pronunciación y desarrollo maxilomandibular”.
Otro riesgo asociado en este procedimiento son las alteraciones en la cicatrización, que, “en ocasiones, pueden motivar gran dolor, con el consecuente cese de la alimentación del bebé y los problemas de deshidratación relacionados”. Por ello, sostiene la Dra. Elena Gómez García, debe darse una correcta información a los padres para que estén alerta ante estas complicaciones.