Una de las patologías más comunes en mujeres es el prolapso de órganos pélvicos, caracterizado por el debilitamiento de las estructuras de soporte del suelo pélvico. En este post vamos a hablar de este problema y abordaremos su sintomatología y posibles tratamientos de la mano del doctor José Rubio, que cuenta con una amplia experiencia en cirugía oncológica, mínimamente invasiva e histeroscopia en el Hospital Ruber International.
Según el especialista, muchas mujeres consideran que el prolapso es una consecuencia natural de los partos o del envejecimiento. Aunque no suele ser una condición grave, puede impactar significativamente la calidad de vida. Como la mayoría de las afectadas presentan pocos síntomas, muchas no buscan atención médica para una evaluación.
El suelo pélvico está compuesto principalmente por un sistema muscular y tejido conectivo que se conecta al hueso de la pelvis. Estas estructuras pueden debilitarse por diversos factores, lo que provoca que los órganos pélvicos, como el útero, la vejiga y el recto, desciendan hacia la vagina, causando el prolapso.
Entre los principales factores de riesgo está el parto, ya que el número de partos y el tipo de estos influyen en el deterioro del suelo pélvico. Partos con bebés de gran peso, muy rápidos o lentos pueden distender el suelo pélvico y dañar los tejidos de soporte, señala el Dr. Rubio. Otros factores incluyen el sobrepeso, la obesidad y condiciones que aumenten la presión abdominal, como la tos crónica, el tabaquismo o el estreñimiento.
El manejo del suelo pélvico ha evolucionado notablemente, afirma el especialista, con la introducción de fisioterapia específica para fortalecerlo desde etapas tempranas, incluso antes del embarazo, durante este y en el postparto. Estos ejercicios ayudan a prevenir daños causados por el parto, el envejecimiento o factores de riesgo.
Síntomas y tratamiento del prolapso del suelo pélvico
Los síntomas del prolapso varían: algunas mujeres no presentan molestias, mientras que otras experimentan una sensación de peso o bulto en la vagina que afecta su vida cotidiana. También puede asociarse con dificultades para orinar, incontinencia, retención urinaria, estreñimiento e incomodidad durante las relaciones sexuales.
El Dr. Rubio destaca la importancia de individualizar el tratamiento, valorando los síntomas y su impacto en la calidad de vida. El primer paso es controlar los factores de riesgo que pueden manejarse, como el sobrepeso, el estreñimiento y la tos asociada al tabaquismo.
Una vez controlados estos factores, el siguiente paso es rehabilitar el suelo pélvico con ejercicios sencillos que fortalezcan la estructura muscular y conjuntiva, evitando que el prolapso progrese y se vuelva sintomático. Si estas medidas no son suficientes, se considera la cirugía.
La cirugía más recomendada actualmente es la promontofijación, que consiste en colocar una malla vía abdominal para sostener los órganos prolapsados, fijándolos al promontorio, una estructura firme entre la última vértebra lumbar y la primera sacra. La técnica mínimamente invasiva, realizada por laparoscopia a través de pequeñas incisiones abdominales, ha revolucionado este procedimiento por su efectividad y rápida recuperación.
Aunque las complicaciones son mínimas, la cirugía solo se recomienda para mujeres con prolapsos severamente sintomáticos que afecten gravemente su calidad de vida. No es aconsejable en casos leves o asintomáticos, ya que es una intervención técnicamente compleja que implica la disección de zonas profundas de la pelvis.