Tener un bulto en el cuello puede suponer un motivo de alarma, pero la primera recomendación de los médicos es mantener la calma, ya que no todas las tumoraciones son peligrosas. Es más, el doctor César Canales Bedoya, jefe de servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Ruber Internacional, mantiene que la mayoría de los casos son benignos. No obstante, en respuesta a la pregunta del millón, sí, hay que acudir a un especialista.
«Muchos pacientes llegan con miedo, pero lo fundamental es no adelantarse a conclusiones sin un diagnóstico adecuado», señala el doctor para Directivos y Empresas.
Bulto en el cuello: un análisis a primera vista
En cualquier caso, lo primero que debe analizar alguien que tenga un bulto en el cuello es lo siguiente. Para empezar, hemos de tener en cuenta el tamaño de dicho bulto. Además, el experto indica que hay que fijarse este va creciendo o no con el paso del tiempo.
Lo siguiente es comprobar la movilidad de la zona. Ver si es un bulto que está fijo en un parte el cuello o si se mueve al presionar la zona. Por su puesto, es clave saber si el bulto es inoloro o no. Por otro lado, es necesario saber ha habido síntomas asociados como fiebre, pérdida de peso, dificultad al tragar o cambios en la voz.
En función de este primer examen, un bulto en el cuello puede tener importancia o no, ya que una tumoración en esta parte del cuerpo puede ser maligna o benigna.
El proceso de diagnóstico comienza con esta exploración y posteriormente puede venir acompañada de una serie de pruebas que van desde ecografías hasta tomografías computarizadas o incluso una biopsia para analizar el tejido afectado. “La citología por aspiración con aguja fina es una de las técnicas más utilizadas para definir la naturaleza de la tumoración”, explica el cirujano.

Bultos en el cuello benignos o malignos
Las causas de un bulto en el cuello pueden ser múltiples: desde una simple inflamación de los ganglios linfáticos, muy común tras infecciones, hasta quistes congénitos, lipomas o nódulos tiroideos, que suelen ser inofensivos. Pero, aunque menos frecuentes, también existen casos en los que el hallazgo de una masa en el cuello puede estar asociado a patologías más graves, como linfomas, cáncer de tiroides o incluso metástasis de otros órganos.
Evidentemente, el tratamiento dependerá de la causa del problema. En algunos casos basta con observación y controles periódicos; en otros, pueden ser necesarias cirugías o tratamientos médicos más específicos. “Lo importante es recordar que no todas las tumoraciones son sinónimo de cáncer, pero tampoco deben ignorarse», concluye el doctor.
Al final, la clave es la misma: ante la duda, consultar siempre con un especialista. La tranquilidad y la salud bien lo merecen.