Mover la mano, sentir una caricia, reaccionar al frío, regular la presión arterial… todas estas funciones dependen de algo que pasa desapercibido hasta que deja de funcionar: los nervios periféricos. Sin ellos, las personas no podrían mover los dedos, escribir ni notar el calor de una taza de café. Su cuidado empieza por estar alerta a las señales que nos da el cuerpo, por pequeñas que parezcan.
Y ante la duda, consultar. Porque lo que empieza como un simple hormigueo, puede ser el primer aviso de una complicación evitable. La doctora Beatriz Mansilla Fernández, neurocirujana en el Hospital Quirónsalud San José y experta en cirugía del nervio periférico, explica para Directivos y Empresas todo lo que deben saber los pacientes acerca de estos transmisores claves en nuestro organismo.
Qué son los nervios periféricos
Son los “cables” que conectan el cerebro y la médula espinal con el resto del cuerpo, y su deterioro puede afectar profundamente a nuestra autonomía, sensibilidad e incluso a funciones involuntarias como la digestión o la sudoración.
“Los nervios periféricos permiten que el sistema nervioso central se comunique con el cuerpo. Cuando se lesionan, no solo se pierde sensibilidad o fuerza, también se compromete la calidad de vida de la persona”, resume la doctora Mansilla.
Según la Sociedad Española del Dolor, el dolor neuropático periférico afecta al 8% de la población española. Las causas pueden ir desde golpes o fracturas hasta enfermedades como la diabetes, que es una de las principales culpables de estas lesiones.
También lo son las compresiones prolongadas, como en el síndrome del túnel carpiano, infecciones como el herpes zóster, enfermedades autoinmunes como el Guillain-Barré, e incluso la exposición a tóxicos, incluyendo el alcohol o determinados medicamentos.
Doctora Beatriz Mansilla Fernández.
¿Cómo saber si un nervio está dañado?
Los síntomas varían según el tipo de nervio afectado, sin embargo la doctora del Hospital Quirónsalud San José expone que los más comunes son los siguiente:
- Motores: debilidad, dificultad para mover una parte del cuerpo.
- Sensitivos: hormigueo, entumecimiento, dolor tipo quemazón.
- Autónomos: sudoración irregular, mareos, problemas gastrointestinales.
- Tumores nerviosos: además de lo anterior, puede aparecer un bulto palpable y molestias progresivas.
Aunque los tumores en nervios periféricos no son comunes, los más frecuentes —schwannomas y neurofibromas— suelen ser benignos y pueden extirparse con cirugía.
Factores de riesgo: ¿a quién afecta más?
Hay ciertos grupos con mayor probabilidad de sufrir daños en los nervios periféricos:
- Personas con diabetes mal controlada.
- Profesionales que realizan movimientos repetitivos (informáticos, músicos, trabajadores manuales).
- Individuos con déficit de vitamina B12.
- Consumidores habituales de alcohol o tabaco, que deterioran la circulación y dificultan la regeneración nerviosa.
- Personas con enfermedades genéticas como la neurofibromatosis.
No obstante, las lesiones en los nervios periféricos se pueden prevenir en muchos casos, tal y como indica la neurocirujana. La Dra. Mansilla señala que la prevención comienza con los hábitos cotidianos, es decir, controlar la glucemia; evitar posturas mantenidas; hacer pausas durante trabajos repetitivos; comer bien y no fumar. Asimismo, insiste que la persona que sienta hormigueo permanente, debilidad o bultos debería consultar con el especialista.
“Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia. Consultar a tiempo evita secuelas irreversibles y mejora el pronóstico”, insiste la especialista.
Diagnóstico y tratamiento: de la EMG a la microcirugía
El diagnóstico suele combinar exploración clínica con pruebas como la electromiografía (EMG) o estudios de conducción nerviosa. Si se sospecha un tumor, se recurre a la resonancia magnética o ecografía de alta resolución.
El tratamiento depende de la gravedad:
- Casos leves: rehabilitación, fisioterapia y medicación para el dolor.
- Compresión de nervios: infiltraciones o cirugía descompresiva.
- Tumores benignos: cirugía sencilla y mínimamente invasiva.
- Lesiones graves: puede requerirse microcirugía avanzada.
Cuando se requiere operar un nervio, la precisión lo es todo. Las cirugías de nervios periféricos suelen realizarse con anestesia regional, y emplean herramientas de microcirugía que permiten trabajar en estructuras del grosor de un cabello humano.
Un avance clave es la monitorización neurofisiológica intraoperatoria (MNIO), que permite mapear los nervios en tiempo real durante la cirugía, evitando daños y aumentando la seguridad del procedimiento. “Estas cirugías deben realizarlas especialistas con experiencia en microcirugía nerviosa. Es la única forma de preservar la función y evitar secuelas”, recalca la Dra. Mansilla.