Instamaki nació con el objetivo de crear una nueva forma de pedir comida a domicilio, y, en concreto, en el mercado del sushi.
Veíamos calidad y creatividad en las cartas de los restaurantes tradicionales, pero en el mundo online (delivery) la oferta era muy limitada en la comida a domicilio y no cubría todos los tipos de demanda de los consumidores, en concreto, la de la generación que oscila de los 25 a los 35 años y que es la más propensa a consumir este tipo de servicio.
Bajo esta premisa, sin más conocimiento que el que nos daba el ser clientes habituales de restaurantes de comida japonesa y sin ninguna experiencia en el sector, mi socio Jan Morell y yo decidimos emprender esta aventura en 2016 y lanzar Instamaki.
Instamaki se ha especializado desde sus inicios en el sushi a domicilio
Nuestra filosofía desde el inicio fue la de maximizar el aprendizaje y minimizar el riesgo financiero, siendo conscientes de que equivocarse era parte del proceso.
Instamaki nace apostando por el sushi a domicilio como referencia y con el objetivo de convertirse en el player número uno del mercado.
Instamaki en la web
De esta manera, decidimos que la forma más eficiente para conseguirlo era empezar en una cocina compartida donde elaboraríamos, con la ayuda de un chef, una carta reducida que se produciría y se vendería en el mismo día a través de una página web que elaboramos nosotros mismos.
Este concepto de MVP que se suele utilizar en el mundo tecnológico lo llevamos al mundo de la restauración: teníamos la estructura mínima para operar sin hacer un gran dispendio monetario y no teníamos local ni costes fijos ya que éramos un equipo pequeño de tres personas, alquilábamos la cocina y la licencia por horas, y los repartidores cobraban por pedido.
Desde el primer día nuestra propuesta fue un éxito, y las primeras semanas fueron de vértigo.
A los tres meses ya estábamos ocupando casi la totalidad de la cocina compartida, teníamos más de 10 personas en plantilla y facturábamos casi 30.000 euros al mes.
En ese momento vimos claro que necesitábamos nuestro propio espacio y abrimos nuestra primera cocina en el barrio barcelonés de Sarriá, una decisión puramente estratégica debido a que los pedidos se repartían en menor tiempo si estábamos localizados en esa zona.
Instamaki o el éxito digital
Y es que al ser un negocio digital lo importante es tener una rápida conexión en moto hasta los códigos postales con más densidad de pedidos.
Después de la mudanza reestructuramos nuestras operaciones y empezamos a operar como lo que ahora se conoce como dark kitchens. Es decir, como un restaurante online, sin presencia física y sin que los clientes puedan venir a comer o cenar al local.
Instamaki tira de tecnología para ser eficiente
En Instamaki trabajamos como una cadena de montaje dentro de nuestra cocina. Tenemos personal especializado en tareas muy concretas para optimizar todo el proceso: limpieza y preparación de pescados, elaboración del sushi y, lo que en un restaurante sería la sala, para nosotros es el área de montaje.
Es aquí donde, gracias a la tecnología, ocurre toda la magia ya que somos mucho más eficientes que nuestros competidores y esto nos permite absorber una gran cantidad de pedidos con mucho menos personal.
La expansión de Instamaki
Una vez consolidamos todos estos procesos pensamos en el siguiente paso: La expansión. A los nueve meses de fundar Instamaki ya estábamos abriendo una nueva sede, esta vez en Madrid.
Como ya conocíamos los desafíos y los procesos, decidimos empezar directamente abriendo una cocina propia.
Al operar en dos ciudades distintas vimos rápido los nuevos retos que tendríamos por delante que básicamente se centraban en la estandarización y uniformidad del producto.
Instamaki se ha especializado desde sus inicios en el sushi a domicilio
La razón es que es extremadamente difícil conseguir que en dos cocinas separadas por más de 500 km se sirvan platos con el mismo sabor.
Son muchos los factores que lo dificultan: los más obvios son la distancia y el control, pero también el ser un sector con ajustados márgenes y alta rotación que hace que los procesos sean clave.
La escalabilidad depende más de ello que de el poder decir que se tiene como suele decirse “gente de confianza” en cada cocina.
Por eso vimos claro que el siguiente paso para seguir expandiéndonos era la obtención de un obrador central donde preparar todos nuestros sabores de forma centralizada.
Esto no significa que la producción del sushi se dejara de hacer en nuestras dark kitchens, sino que todos los procesos clave para el sabor final de nuestro producto, como la elaboración del vinagre para el arroz, salsas, limpieza de pescado o elaboración de gyozas artesanas, se iban a hacer en un mismo sitio y posteriormente se distribuiría a nuestras dark kitchens.
¿Qué conseguimos con esto?
Que todos los sabores sean los mismos y que la supervisión para que esto se cumpla sea más fácil.
Así, a principios de 2018 con el obrador ya en funcionamiento pusimos en marcha la apertura de nuevas cocinas en Sant Cugat, Valencia, Barcelona (segunda cocina) y en Madrid (segunda cocina) donde compartimos un espacio con Glovo.