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El navío de Brexit ya vislumbra los acantilados de Dover y aún no sabe ni cómo ni dónde atracará

La incertidumbre respecto a Brexit es máxima en este último tramo del proceso en el que todo está en manos de los diputados británicos.

Después de que el Gobierno británico y la Comisión Europea cerrasen el acuerdo, este fue ratificado por el Consejo de la UE el pasado día 25—después de que España se aviniese a aceptar las salvaguardas sobre Gibraltar—y el borrador afronta su último gran obstáculo en Westminster.

El Parlamento británico está terriblemente dividido en un asunto que resulta transversal al ideario de los partidos y de una relevancia tan grande que les resultará difícil imponer disciplina de voto a los diputados.

Brexit, acuerdo con Europa

Alcanzar un consenso ha exigido flexibilidad por ambas partes. El texto final consigue respetar todas las líneas rojas del Reino Unido y se ha alcanzado por una Unión Europea que ha sido capaz de mantener la cohesión y la unidad de los 27.

Acuerdo Brexit.

El acuerdo permite al Reino Unido recuperar el control de migratorio y garantiza los derechos adquiridos a los ciudadanos europeos y británicos emigrados a uno u otro lado del Canal de la Mancha. Por otro lado, el acuerdo deja fuera el comercio en servicios, por lo que la City sería una de las principales afectadas.

El Reino Unido también se compromete a, mientras dure el período de transición hasta diciembre de 2020 y mientras permanezca en una Unión Aduanera con la UE, mantenerse regulatoriamente alineado con la UE en materia fiscal, objetivos de emisiones, normativa sobre la ayuda estatal al sector privado y de competencia.

Precisamente este mantenimiento en una Unión Aduanera ha resultado el asunto más espinoso—muy conectado con la frontera irlandesa—y se ha cerrado solo parcialmente, posponiendo la solución final.

La doble exigencia de no imposición de fronteras (entre la República de Irlanda y el Ulster por el lado de la UE; y entre el Ulster y Gran Bretaña por el lado británico) se ha solucionado disponiendo que todo el Reino Unido permanezca en una Unión Aduanera una vez concluya el período transitorio de dos años, situación que se deberá prolongar hasta que ambas partes alcancen un nuevo acuerdo de comercio.

Esta salvaguarda ha sido muy criticada por los partidarios de una salida lo más completa y limpia posible con la UE (los llamados Brexiteers). Para estos últimos esta solución convierte al Reino Unido en un Estado cautivo, incapaz de decidir una ruptura unilateral—en tanto que la UE puede no avenirse a cerrar un nuevo acuerdo de comercio—ni de firmar mientras tanto sus propios acuerdos comerciales con terceros países.

Al texto de May se oponen desde los Brexiteers más acérrimos a conservadores que nunca apoyaron la salida (Remainers)— que abogan por seguir el modelo noruego—y Remainers laboristas— que querrían un segundo referéndum

El brexit dentro del Parlamento británico…

Si el Parlamento no vota a favor el acuerdo de May ninguno de los escenarios es particularmente halagüeño, ya que la probabilidad de llegar a una salida abrupta sin acuerdo alguno aumentaría mucho.

No obstante, entre los opositores al acuerdo no hay, ni mucho menos, cohesión respecto a la alternativa. Al texto de May se oponen desde los Brexiteers más acérrimos a conservadores que nunca apoyaron la salida (Remainers)—que abogan por seguir el modelo noruego—y Remainers laboristas—que querrían un segundo referéndum.

Theresa May, primera ministra británica.

En los dos primeros escenarios que podríamos plantear tras un rechazo parlamentario del acuerdo tendríamos o bien una aprobación—en una segunda votación—del acuerdo de May enmendado; o caminar hacia un modelo similar al de Noruega. Cualquier de estas opciones choca con la Comisión Europea, que ha dejado claro que este es el único acuerdo posible y que no está dispuesta a renegociar, aunque queda por ver lo firme que es la determinación.

El modelo de Noruega permite que facciones muy opuestas se sientan cómodas, aunque por motivos divergentes.

Los Remainers lo pueden apoyar porque les mantiene muy alineados con la UE (e incluso más cerca de una eventual re-entrada) mientras que los Brexiteers lo ven como algo transitorio que les permitiría una desconexión total con la UE cuando el Gobierno británico, y solo él, decidiera su futuro (a diferencia de lo que ocurre con la mencionada salvaguarda del acuerdo de May).

Sin embargo, el modelo noruego parece bastante inferior para los intereses británicos que el acuerdo de May. May ha conseguido un acuerdo “a medida” como siempre quiso, en el que la salvaguarda de la Unión Aduanera es transitoria y que consigue limitar el libre movimiento de personas y la contribución al presupuesto de la UE.

Por último, el principal damnificado del acuerdo de May, el comercio en servicios, no obtiene tampoco una mejora sustancial en el modelo noruego, que además también exige armonización regulatoria.

En el resto de escenarios la inestabilidad política británica se acentuaría aún más. May podría dimitir, o sus socios del Ulster (DUP) forzar elecciones adelantadas si los laboristas presentan una moción de censura.

May ha conseguido un acuerdo “a medida” como siempre quiso, en el que la salvaguarda de la Unión Aduanera es transitoria y que consigue limitar el libre movimiento de personas y la contribución 
al presupuesto de la UE

¿Un nuevo referéndum sobre el brexit?

En última instancia podría incluso haber un segundo referéndum, aunque la postura de los laboristas a este respecto es deliberadamente poco clara y la opción sigue siendo muy poco probable.

Todos estos escenarios, además, acarrearían la solicitud a la UE de extender el período de dos años del art. 50 que finaliza el 29 de marzo para evitar una salida abrupta; lo que tampoco está ni mucho menos garantizado.

La variable más sensible al devenir de Brexit sigue siendo la divisa, cuyo tipo spot permanece en un rango lateral entre 0,867 y 0,893 EUR en el que lleva moviéndose desde finales de verano, pero cuyo forward sí se está mostrando muy volátil y sensible a lo que pueda pasar tras el 29 de marzo.

También las compañías británicas más expuestas al mercado doméstico o a la UE, como las constructoras e inmobiliarias, los bancos minoristas o las aerolíneas, han tenido importantes correctivos en bolsa desde que el Consejo de Ministros de May acordase presentar el acuerdo ante el Parlamento el 15 de diciembre. De no aprobarse el acuerdo de May, es de esperar que tanto el spot de la divisa como estas compañías sufran un shock importante.

La incertidumbre permanece, por tanto, más elevada que nunca. Tener un acuerdo listo para aprobarse no ha permitido comenzar a evaluar el escenario concreto, sino que las estimaciones siguen realizándose sobre todas las opciones del mencionado abanico.

El Banco de Inglaterra estima que el PIB podría contraerse, en el escenario de salida más abrupta sin acuerdo, hasta un 10,5% respecto a los niveles pre-referéndum en los próximos cinco años, mientras que el precio de la vivienda podría caer hasta un 30% (en comparación con las contracciones del 6,25% y el 17% de la crisis financiera de 2008). La niebla amenaza con ceñirse sobre el Támesis. 


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