Pensar a lo grande nos provoca sensaciones de irrealidad, de idílico, de inalcanzable. Nunca lo aplicamos a nuestros proyectos porque lo asociamos a la fantasía y conseguimos no creer en ello. Pero, ¿y si fuera la solución para crecer?
Hay que aspirar a lo más alto, pensar en grande y creer realmente que se puede lograr, pero también es necesario marcar el camino peldaño a peldaño si se quiere alcanzar el éxito. Y, sobre todo, planificarlo.
Para cumplir un gran sueño hay que demostrarle a nuestro cerebro que lo podemos conseguir visualizando el ‘cómo’: los pasos que daremos o, mejor dicho, las metas que nos marcaremos para que se haga realidad.
Éstas deben ser los pilares sobre los que se apoye nuestro objetivo final y han de estar relacionadas con su consecución. No deben estar plasmadas con expresiones genéricas que no llevan a ninguna parte, sino de forma concreta y visual, y sumadas entre sí han de acercarnos a la cima.
Método de las Cajitas para pensar en grande
Pero nuestro trabajo no acaba aquí. Para lograr esas metas, y como si de una pirámide se tratase, cada una ha de estar asociada a una pequeña acción, aún más concreta y fácilmente asumible en nuestra agenda semanal. Es lo que nosotros llamamos pequeñas acciones consecutivas: cajitas.
Pongamos un ejemplo enfocado al mundo de los negocios: una pequeña empresa de ingeniería compuesta por tres personas, viendo cómo sus cuentas se han estancado, quiere cambiar su estrategia de negocio para crecer.
Para ello, decide aplicar el Método de las Cajitas, y se marca como gran objetivo obtener un crecimiento de dos cifras a lo largo del siguiente ejercicio contable.
Sus responsables saben que eso sólo podría hacerse realidad presentando más proyectos y captando un mayor número de clientes, lo que les empuja a ampliar la plantilla de su empresa y a delegar determinadas tareas.
Principalmente las llamadas de Baja Rentabilidad, necesarias para que el negocio salga adelante pero que roban un tiempo precioso para visitar a posibles clientes, hacer el seguimiento de presupuestos y elaborar proyectos. Estas son algunas de las acciones que entrarían dentro del apartado de las metas.
Como explicaba antes, cada una de esas metas (que siguen estando expresadas de una forma tan genérica que nuestro cerebro no es capaz de asumirlas de forma automática) debe llevar asociado un listado de tareas.
Tareas de pequeña envergadura y fáciles de asumir para nuestra pyme de ingeniería (o para cualquier otra) como crear bases de datos diferenciados, listados de clientes, listados de proyectos públicos y privados en los que podemos encajar, hacer seguimientos, buscar a un colaborador o a un proveedor con unas características concretas y bien definidas…
Pequeñas metas
Cada meta tendrá su bloque de pequeñas acciones o cajitas como pilares que la sustenten, y cada una de ellas deberá estar claramente encajada en nuestra agenda diaria o semanal, lo que evitará que nos dispersemos y seamos menos productivos.
En este sentido, hemos de ser constantes y tener cuidado con las distracciones habituales que pueden desbaratar nuestros planes, ya que se calcula que retomar la concentración completa tras un despiste puede costarnos unos 20 minutos de nuestro tiempo.
Calcular los imprevistos de la productividad
De hecho, no está de más reservar un espacio en nuestro horario laboral para dedicar a atender el teléfono, revisar el correo electrónico y los mensajes de texto.
Pero fuera de ese hueco programado, es mucho más productivo dejar nuestro móvil apagado, cerrar la puerta y evitar las interrupciones. En ese cambio de estrategia viene bien identificar los posibles imprevistos que puedan surgir para prevenirlos y atajarlos de una manera rápida, casi automatizada.
Puede parecernos una conducta algo artificial o robotizada, pero nos va a ayudar a aprovechar el tiempo al máximo, especialmente en las tareas de Alta Rentabilidad, tan necesarias para alcanzar ese objetivo de crecimiento marcado.
Sobre todo, hay que creer en nuestro sueño al 100%, hay que pensar en grande.
Con una actitud así, la estrategia se expande en nuestra mente de forma clara, cristalina.
Además, repercutirá directamente en nuestro discurso al respecto para convencer también al equipo que nos acompañe en este periodo de cambio. Nos evitará excusas que frenen nuestro éxito y nos ahorrará tiempo. Porque no se puede ganar si no se está convencido de ello.
Por Aritz Urresti – CEO de goalboxes, experto en Productividad, conferenciante y autor del libro Las Cajitas del Éxito